Existen tres grandes ingredientes que garantizan una continuidad feliz de la pareja y que han de estar en un cierto equilibrio:
el proyecto, la amistad y el sexo.
Los ingredientes anteriores actúan cuando la química del enamoramiento nos deja espacio para pensar con algo más de claridad.
No olvidemos que cuando nos enamoramos, caemos en una “ceguera transitoria” hacia la otra persona. Le vemos maravilloso/a, nos parece que la relación puede ser eterna y podemos llegar a tomar decisiones que cambien nuestra vida.
El gran responsable es nuestro cerebro y la química en la que entramos, donde la dopamina es la protagonista invitada.
Gracias a ella, nos sentimos plenos, eufóricos, muy optimistas y con una sensación de felicidad desbordante.
Sin embargo, el estado va evolucionando hacia formatos más estables, menos intensos y posiblemente más profundos en el autoconocimiento y conocimiento sincero del otro.
Es en ese instante cuando el proyecto, la amistad y el sexo entran en escena con más fuerza de un modo equilibrado.
Si uno de los anteriores falla, la pareja se desestabiliza; o si alguno tiene demasiada importancia, también puede ser difícil una continuidad satisfactoria.
Gracias P.F