30/05/2013

Animal de Costumbres

"Los cambios llevan implícitos la toma de decisiones, aunque nos mantenemos eligiendo lo que pensamos y hacemos a cada instante, un cambio es un giro en la dirección, una vuelta de tuerca como dicen algunos, es tomar un camino distinto.
Es curioso que mientras estamos dentro de alguna tormenta anhelamos y deseamos escapar, y libramos una lucha con todas las fuerzas para salir. Pero si la tormenta dura demasiado, llegamos a aprender a vivir con ella, nos colocamos en el centro y en lugar de terminar de escapar nos habituamos, y la aceptamos como forma de vida, como motor incluso para aprender lo que esa experiencia dolorosamente nos brinda.

Sin embargo, puede ser que sin buscarlo, una vez que habíamos aprendido a vivir así, la tormenta un buen día cese, por si misma, y el cielo se abra y diga: Adelante, eres libre! Anda…!

Me pregunto, ¿qué sucede en ese preciso instante? Por qué ese momento tan anhelado a algunos paraliza, sin saber a donde ir, o qué hacer? Pues desaparecen muchos motivos…

Muchas conductas que surgían como respuesta al problema ya no tienen su razón de ser. Es el caso de muchas personas que pierden su estilo de vida como consecuencia de un cambio inesperado, aun cuando el cambio sea “bueno”. Yo me pregunto, ¿es que acaso algunos somos seres de costumbres?, llegamos a apegarnos intensamente incluso de aquello que sabíamos muy bien, no era bueno?

Los cambios pueden implicar crisis, aunque en ocasiones sean justificados, pueden llevar un alto precio.

Como seres humanos muchas veces nos dominan los sentimientos, y ser racional implica un gran esfuerzo, la capacidad de discernir tiene un gran valor. Discernir y entender lo positivo de una nueva situación.

Aun cuando el cielo yace abierto muchas veces seguimos buscando atrás los pasos, nos devolvemos para buscar los motivos que hicieron que algo acabara, o cambiara de pronto. Y tenemos dos alas y no sabemos volar, pues olvidamos en el proceso como hacerlo. Surge de pronto la idea loca de perderse otra vez en la tormenta que alimentaba aquellas ansias, aunque suene absurdo, tienen la calidez de lo conocido, lo seguro.

Las costumbres de la vida diaria nos dan seguridad, pero cabe destacar que la brecha entre lo positivo y lo dañino se puede perder en este espejismo de seguridad de lo cotidiano.

Arriesgarse a cambiar, a dar un giro a la vida, resultará una buena elección sobre todo si es necesario.  Como consuelo nos queda que mientras el animal de costumbres divaga en su nueva situación, otra costumbre lo tendrá, una que calmará ese abismo abierto que el fin de la tormenta dejó…"

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